martes, 24 de julio de 2012

Santa Fe - Investigación en base a fotos antiguas: una herramienta para estudiar las crecidas del río

Un grupo de investigadores de la UNL logró analizar cómo se comportó el Salado en la inundación de 1914. La técnica permite acceder a datos relevantes. También se puede aplicar a otros casos.



Conclusión. La crecida de 1914 fue mucho menor que la de 2003.CONCLUSIÓN. LA CRECIDA DE 1914 FUE MUCHO MENOR QUE LA DE 2003.
Santa Fe es una ciudad que está constantemente pendiente de cómo se comportan los dos ríos que la rodean. Por lo tanto, contar con toda la información posible es muy importante. Un grupo de científicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) logró acceder a información relevante a partir de fotos antiguas sobre la crecida del Salado en 1914. Los investigadores emplearon un procedimiento fotogramétrico que también puede aplicarse a otros casos.


Luego de la crecida que asoló a Santa Fe en 2003, ingenieros hídricos se propusieron saber qué había sucedido en otras situaciones similares, por ejemplo, en la de 1914, que se sabía que había sido importante, pero de la que no se tenían datos hidrométricos que dieran cuenta de su caudal de agua.


Sin embargo, sí existía un registro inesperado que podía ser útil: muchas fotos de la época. Imágenes en mano, los hidrólogos le consultaron a Mario Gardiol, de la Facultad de Ciencias Hídricas (Fich) de la UNL, si con ellas se podía definir la altura del agua, un dato que podía servir para calcular el caudal.


“Correspondían a dos puentes, uno ubicado en Paso Mihura, un antiguo acceso que comunicaba Santa Fe con Esperanza, y otro localizado en Paso Vinal. Hicimos mediciones en las fotos y luego fuimos a campo para chequearlas. Los valores fueron bastante lógicos y se los dimos a los ingenieros para que ellos implementaran sus modelos matemáticos y estimaran el caudal”, recordó Gardiol, responsable del Laboratorio de Fotogrametría Aérea y Terrestre.


La conclusión fue que la crecida de 1914 fue menor que la del 2003. Sin embargo, el punto más importante del trabajo fue poder aplicar un procedimiento que tiene un gran potencial.


Más precisiones
Luego de esa primera incursión en el uso de las imágenes, Gardiol se propuso pulir el método para medirlas con la mayor precisión posible. “La fotogrametría obtiene información métrica de los objetos registrados en las fotos o sea que se pueden conocer las dimensiones de los objetos y la distribución que ellos presentan en el espacio, pero las fotografías poseen deformaciones debido a las lentes de las cámaras. Por lo tanto, es necesario primero conocer esas deformaciones que produce el lente en las fotografías para luego procesarlas”, explicó.


Luego, con las cámaras comunes se pueden tomar fotos desde distintos ángulos, marcar puntos en los objetos registrados en las imágenes y por medio de un software generar modelos en 3D. “El programa realiza cálculos matemáticos que corrigen las deformaciones de la lente y genera un modelo sobre el cual se pueden hacer mediciones”, aseveró Gardiol.


Con esa idea, el equipo trabajó con fotos actuales tomadas con cámaras fotográficas de las cuales conocían los errores. En una segunda etapa, estudiaron fotos históricas sacadas con cámaras de las que no sabían los parámetros, para luego procesarlas con un software. Un tercer paso, fue analizar esas imágenes desde el punto de vista de la geometría de la perspectiva.


Las mediciones
Con esta metodología analizaron varias fotos antiguas del puente del ferrocarril Central Norte Argentino (actualmente General Belgrano), que cruzaba el río Salado, cerca de San Justo, construido en 1907. En 1914 la creciente lo tumbó, pero lo interesante es que los estribos de ese puente siguen actualmente de pie, siendo una referencia útil para medir la perspectiva y analizar si los datos que habían sacado de las fotos viejas eran correctos.


“Más tarde, en el lugar, hicimos distintas mediciones a cada estribo y se sacaron muchas fotografías en distintos ángulos. Finalmente se procesaron las fotografías en el programa fotogramétrico y se obtuvo un modelo de líneas escalado. Comparando diferentes distancias medidas en campo y las obtenidas en el modelo en 3D, verificamos que el modelo nos daba 1,5 centímetros de error promedio”, resaltó.


Para dimensionar la complejidad de medir en fotos antiguas, Gardiol contó que en una de ellas, que mostraba los restos de los rieles del puente, no había datos lógicos: “Más tarde noté que las vías que mostraba la foto estaban torcidas. Habían quedado así cuando el agua se llevó el puente. Fue por eso que los elementos de las vías no me permitían reconstruir la perspectiva”, afirmó.


“El desafío ahora es desentrañar con mayor profundidad el procedimiento, saber qué elementos son necesarios que aparezcan y qué distribución deben presentar en las fotos, para luego decírselo, por ejemplo, a un organismo público que necesite obtener información de los objetos registrados en fotografías para el desarrollo de su trabajo. Luego de terminar, podremos aplicar este método a cualquier otro caso y medir lo que sea”, culminó.

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