> Por Yasser . Hase
Haciendo
historia.-
El Día Internacional de los Trabajadores
o Primero de Mayo, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial.
Es una jornada que se ha utilizado habitualmente para realizar diferentes
reivindicaciones sociales y laborales.
Desde su establecimiento en la mayoría
de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía)
por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional,
celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de
homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron
ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por
la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en
la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde,
el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. En la actualidad es una fiesta
reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, y se
celebra en muchos países.
Llamativamente, en Estados Unidos y
Canadá no se celebra esta conmemoración. En su lugar se celebra el Labor Day el
primer lunes de septiembre en un desfile realizado en Nueva York y organizado
por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor, en inglés).
El presidente Grover Cleveland, auspició la celebración en septiembre por temor
a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos
desde 1882. Canadá se unió a conmemorar el primer lunes de septiembre en vez
del primero de mayo a partir de 1894.
El
día 1 de mayo, la huelga.-
El 1° de mayo de 1886, 200.000
trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200.000 obtenían esa
conquista con la simple amenaza de paro.
En Chicago donde las condiciones de los
trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país las movilizaciones
siguieron los días 2 y 3 de mayo. La única fábrica que trabajaba era la fábrica
de maquinaria agrícola McCormik que estaba en huelga desde el 16 de febrero
porque querían descontar a los obreros una cantidad para la construcción de una
iglesia. La producción se mantenía a base de esquiroles. El día 2 la policía
había disuelto violentamente una manifestación de más de 50.000 personas y el
día 3 se celebraba una concentración en frente sus puertas, cuando estaba en la
tribuna el anarquista August Spies sonó la sirena de salida de un turno de
rompehuelgas. Los concentrados se lanzaron sobre los scabs (amarillos) comenzando
una pelea campal. Una compañía de policías, sin aviso alguno, procedió a
disparar a quemarropa sobre la gente produciendo 6 muertos y varias decenas de
heridos.
El redactor del Arbeiter Zeitung Fischer
corrió a su periódico donde redacta una proclama (que luego se utilizaría como
principal prueba acusatoria en el juicio que le llevó a la horca) imprimiendo
25.000 octavillas. La proclama decía:
Trabajadores:
la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló
a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales
que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no
son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es
preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores,
respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la
necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos
de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en
los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la
salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.
La proclama terminaba convocando un acto
de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la
plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para hacer un
acto a las 19.30 en el parque Haymarket. Los hechos que allí sucedieron son
conocidos como Revuelta de Haymarket
Día del trabajador Argentino.-
La fuerza demostrada por los obreros en
su reclamo marcó un antes y después en la historia laboral, instaurándose
aquella fecha como el “Día del trabajador”.
En Argentina, el día del trabajador se
conmemora desde fines del siglo XIX. El primer acto se realizó en 1890, en el
Prado Español de Buenos Aires, y contó con la participación de numerosos
movimientos obreros, integrados en su mayoría por inmigrantes -alemanes,
italianos, españoles y portugueses-.
Con este acto se inicia en el país la
tradición de recordar, cada 1º de Mayo, el “Día del trabajador”.
A partir de la primera presidencia de
Perón (1946-1952), la conmemoración del día del trabajador alcanzaría una
notable importancia, organizándose celebraciones multitudinarias en todo el
país.
A raíz de las numerosas reivindicaciones
obreras logradas por el peronismo, el 1º de Mayo se convirtió en un día
emblemático; entre las diversas manifestaciones de la época se destaca la
convocatoria de los obreros en la Plaza de Mayo, quienes llegaban en multitud
desde temprano para escuchar el discurso del presidente Perón
Hasta la Revolución de 1943, el
conservadorismo liberal y comprometido con los intereses extranjeros había
sometido a las masas trabajadores a condiciones de labor casi en el límite de
lo humano. Luego de la caída de Hipólito Yrigoyen que había logrado avanzar en
algunas reformas sociales a favor de los trabajadores, todo se perdió y durante
la llamada “Década Infame” cualquier reclamo social era motivo de persecución,
cárcel o incluso la muerte. Los sindicatos si no estaban intervenidos, por lo
menos estaban vigilados.
Con la Revolución del 4 de Junio, un
oscuro Coronel, Juan Domingo Perón ocupó un cargo no menos insignificante, la
Secretaría de Trabajo y Previsión. Utilizando la radio, Perón comenzó a hablarles
a los trabajadores, a adoctrinarlos en sus derechos.
Así, el 18 de noviembre de 1944 se
promulga el Estatuto del Peón Rural, que fue vehemente rechazado por la
Sociedad Rural, las Confederaciones Rurales de Buenos Aires y el Centro de
Propietarios de Córdoba. Este Documento revolucionaba las relaciones entre
peones y patrones, poniendo al Estado como árbitro de las situaciones
laborales. Se terminaba una época.
Luego vendría la mediación de Perón en el
paro de los matarifes que afectaba a los frigoríficos, sería su primer galardón
en la lucha por los derechos del trabajador. Era la primera vez en el país que
un funcionario hablaba de mejora en las condiciones laborales, la primera vez
que los sindicalistas eran recibidos por un funcionario nacional, escuchados ¡y
sus problemas resueltos!
Luego del 17 de Octubre de 1945, aquella
única revolución espontánea, popular, nacional y democrática, Perón alcanzó la
Presidencia de la Nación el 24 de Febrero de 1946. La Argentina era una fiesta,
en las calles se escribía, por ejemplo: “Sube la papa, sube el carbón, el 24
sube Perón”. Y así fue.
Un año más tarde, el 24 de Febrero de
1947, el General Juan Domingo Perón, en un acto organizado por la C.G.T. en el
Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, proclamaba los derechos del
trabajador. Simbólicamente, Perón entregó el original de ese documento a la
custodia del Secretario General de la Confederación General del Trabajo
(C.G.T).
Los
Diez Derechos del Trabajador.-
En ese documento se reseñaban los
llamados diez derechos básicos del trabajador: derecho al trabajo, a una justa
distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a
la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia,
al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales.
Estos derechos fueron posteriormente
formalizados a través de un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el día 7 de
marzo de 1947, bajo el número 4865, y luego fueron incorporados en el artículo
37 de la Constitución de la Nación Argentina, sancionada por la Convención
Constituyente el 11 de marzo de 1949.
Luego de la caída de Perón y eliminada
la Constitución peronista de 1949, esos derechos fueron mantenidos en el
Artículo 14 bis de la actual Constitución Nacional.
Viva
el Trabajador.-
Gracias al esfuerzo, dedicación y
valentía que han tenido los obreros denominados justamente, “Los mártires de
Chicago” y, lo que demuestran cada uno de los trabajadores, día a día, desde el
principio de los tiempos, es que el día de hoy no es uno más.
Como ya antes lo ha dicho públicamente
el gran conductor que fue, Juan Domingo Perón, en el acto conmemorativo de
1949: “Esas tres etapas vividas por el
pueblo argentino: la reforma, el gobierno y la constitución argentina, nos han
dado un estado de justicia y un estado de dignidad y nosotros los
transformaremos en un estado de trabajo”, es que debemos ponderar a todos
aquellos laburantes con la mayor demostración de compromiso y, seguir
construyendo, un camino que permita a los que aún no han podido encontrar el
empleo, que la dignidad, la construcción social, la consolidación del Estado, las
mejoras orgánicas del País, siempre estarán reflejadas en todos ellos.
Muy Feliz Día del Trabajador…