jueves, 26 de julio de 2012

Secuestran casi un kilo de cocaína y casi medio de marihuana en Capitán Bermúdez

“Está a casi 5 mil metros de altura, muy cerca y dentro del predio privado de la Mina El Aguilar- la empresa compró el territorio y la escuelita quedó adentro de la minera-. Para llegar hay que atravesar un camino de montaña, sinuoso y con ripio. El paraje cuenta con seis familias y la escuela, nada más. Como algunos viven a cinco horas a pie, el régimen es de lunes a viernes y los fines de semana vuelven a sus hogares. Igual es muy difícil que cumplan las jornadas porque muchos chicos trabajan con los animales o en la huerta en sus casas y llegan recién el martes o miércoles”. El relato obliga a imaginar esa realidad. Tatiana Cicala – una joven oriunda de la localidad bonaerense de Bragado- la describe porque la conoce desde 2007, cuando a sus 19 años decidió “amadrinar” a la escuela albergue “El Portillo”, ubicada a 100 kilómetros de la localidad jujeña de Humahuaca.
Escuela albergue "El Portillo", ubicada a 5.000 metros de altura, en la provincia de Jujuy.

Muchas de las 15.596 escuelas rurales del país -según uno de los últimos relevamientos del Ministerio de Educación- atraviesan variasnecesidades: falta de acceso a servicios básicos como agua potable, luz o gas, salones para dividir los grados, útiles escolares, calzados para los chicos, libros para los maestros, entre otros.
“En la mayoría de los casos la gente ni imagina en qué condiciones aprenden los chicos de estas escuelas”, contó a INFOsolidaria Genoveva Barsanti, integrante de la Comisión Directiva de la Asociación Civil Padrinos y Alumnos de Escuelas Rurales (APAER), que tiene contacto con tres mil instituciones y propicia el padrinazgo desde 1986.

Pero, ¿de qué se trata ser padrino o madrina de una escuela rural? Básicamente, de acompañar a una comunidad educativa(directivos, docentes, alumnos y familias) con un gran compromiso, tanto económico como afectivo. En la práctica esto se concreta a través del envío de encomiendas con materiales que la institución demande y con la visita regular del padrino al lugar. 
La responsabilidad que el padrinazgo implica parece, a priori, mucha para una sola persona. Pero desde APAER tranquilizan. "Es un acompañamiento dentro de las posibilidades que se tengan de ayudar", explica Genoveva. Es decir que no hay que ser millonario para asumir el rol de padrino, pero sí se debe ser un poco inquieto para conseguir donaciones que necesite la escuela.  
"Nosotros los aconsejamos, los ayudamos, les pedimos que nos informen cuando hay cambios en la escuela, pero es una actividad informal", agrega esta profe de inglés que hace once años que es voluntaria de APAER. "A veces se crea un vínculo duradero, constante y se palpan grandes progresos. Hay comunidades que gracias a este trabajo revirtieron casos de desnutrición o desarrollaron microemprendimientos", destaca.
Además de los padrinos individuales, hay empresas, grupos de personas o escuelas urbanas que ayudan a otras. De los casos particulares muchos derivan en una cruzada colectiva como le pasó a Mercedes Perri, una mamá de Vicente López, que amadrina la Escuela N° 1221 de Los Juríes, en Santiago del Estero. Empezó sola y ahora lo hace junto a sus amigos. A través del Facebook, ella informa y todos participan. "Yo hablo con la directora y le pido que me mande una carta diciendo todo lo que necesita. Entonces la publico y con toda la gente que me conoce más el boca en boca, se empiezan a donar cosas", explica.
"El padrinazgo no es fácil, los inconvenientes son muchos y están dados por la distancia, las costumbres y las huelgas de todo tipo. La comunicación es difícil, hay que insistir y perseverar", advierte APAER a los futuros padrinos desde su sitio web. Mercedes, lo confirma ("lleva tiempo y esfuerzo") y sin embargo, con una sonrisa, asegura que "es un placer".


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