lunes, 20 de agosto de 2012

Entrevista a Pablo Camogli “El Cruce no fue la obra de un semidiós, sino de un colectivo social”


El historiador misionero acaba de publicar Nueva historia del Cruce de Los Andes. Indaga en lo que llama la política de Estado de una operación revolucionaria. San Martín, dice, convenció a un pueblo para "marchar, matar y morir".


La vida pública de José de San Martín ha motivado una enorme cantidad de investigaciones, que ayudó a delinearlo como el Padre de la Patria, el más grande héroe nacional. Desde su más célebre biógrafo, Bartolomé Mitre, los trabajos suelen repetir una fórmula más cercana a la hagiografía que a la reconstrucción del personaje, en sus acciones y su vinculación con el contexto histórico en que le tocó desempeñarse. Un superhombre con poderes sobrehumanos. El Santo de la Espada, como lo llamó Ricardo Rojas (1933). 
Se suele centrar el análisis en los aspectos militares del Cruce de Los Andes y en San Martín, como un genio militar. Pero esta mirada no hace más que invisibilizar la cuestión de fondo. Que si bien el cruce fue una operación militar, por sobre todas las cosas, fue una operación política y revolucionaria.
El historiador misionero Pablo Camogli, acaba de publicar su último libro titulado Nueva historia del Cruce de Los Andes (Aguilar). Una investigación original a través del estudio de más de 1000 documentos que se centró en este episodio de la vida del prócer acercando la lupa hasta al detalle que se pregunta cuántos kilos podía cargar en su lomo una mula en su travesía. 
–¿Cuál fue el trasfondo político del Cruce de Los Andes?
–No se iba a Chile sólo a derrotar a un enemigo militar, sino a transformar la sociedad a partir de una serie de principios ideológicos de claro corte revolucionario. Se necesitó para esto desarrollar en Cuyo una específica política.
–¿Fue entonces una política de Estado?
–Se aplicó una específica política de Estado. En lo político, un estricto control social sobre toda la población, tendiente a someter a los posibles opositores. En lo social, se procuró avanzar en las transformaciones revolucionarias al solicitar la liberación de los esclavos y su incorporación en igualdad de condiciones con los blancos, algo que no se pudo materializar debido al repudio de la élite local. En lo económico, se registra la presencia de una fuerte intervención estatal en el marco de una economía de guerra. Se recurrió a ampliar la frontera productiva, desarrollar una protoindustria y aplicar una política de exacciones que generó numerosos conflictos con la élite.
–¿Cómo se desarrolló la operación estratégica del Cruce?
–A través de una extraordinaria maquinaria bélica que se llamó Ejército de los Andes. Compuesto por 4080 hombres y unos 2000 hombres de apoyo, entre baqueanos y milicias, la mayor obra político-militar de nuestra historia. Se debieron considerar numerosos elementos logísticos, desde la alimentación de las tropas y los animales, hasta la ropa adecuada para soportar las bajísimas temperaturas. Se debió analizar y resolver el transporte de pesadas cargas, en algunos casos, por encima de la capacidad de carga de las mulas, lo que obligó a Fray Luis Beltrán a inventar herramientas especiales para utilizar en la cordillera. También se consideraron las dificultades médicas, para lo cual Diego Paroissien integró un botiquín médico específico para la altura. No sólo se debía cruzar la cordillera, sino que se debía hacerlo peleando contra las avanzadas y guardias enemigas. 
–Un frente de batalla de cientos de kilómetros de largo.
–Sí, este era un tema central, ya que San Martín recurrió a lo que denominó un enmascaramiento de sus movimientos. El objetivo era hacerle creer al enemigo que avanzaría por un camino distinto al que realmente utilizó. Esto dio resultado entre las seis columnas en que se dividió el ejército, había 800 kilómetros de distancia. Logró su éxito con una exactitud matemática.
–¿Cuánto costó el Cruce?
–El costo total habría rondado los 2 millones de pesos de la época, aunque es muy complejo poder establecerlo con exactitud. Ese monto equivale a los ingresos totales de la provincia de Buenos Aires en un año, durante la década de 1820, cuando la economía ya se había estabilizado y se encontraba abierto el comercio libre con Gran Bretaña. 
–¿Qué aspectos del héroe de bronce se matizan al indagar?
–San Martín ya no es visto por la historia como esa especie de semidios o un "Hermes Trigemisto", al decir de Mitre, sino un hombre de carne y hueso que se rodea de ayudantes convencidos y capacitados, que logra atraer brazos para la guerra y convence para marchar, matar y morir. En definitiva, la obra del cruce ya no es el logro de un ser extraordinario, sino de un colectivo social integrado por miles de personas al que San Martín supo construir y conducir. «
 

un litro de vino per cápita
¿Es cierto que San Martín llegó a planear hasta la dieta de sus soldados incluyendo el vino que tomarían para paliar el mal de montaña y pasar el frío? En el libro Mitos y Leyendas del Vino Argentino (Aguilar) hay un capítulo dedicado a este tema: "El historiador Pablo Lacoste escribió: ‘Recordemos que San Martín ya había tenido la experiencia de atravesar una cordillera con un ejército: atravesó los Pirineos a las órdenes del general Ricardos, durante la guerra entre España y Francia, a fines del siglo XVIII. Allí tomó conocimiento de la realidad con la cual se encuentran las tropas en circunstancias de alta exigencia física, y los recursos posibles para mitigar el impacto. Sobre la base de estas experiencias y de su conocimiento y apreciación de los vinos, San Martín ordenó incluir esta bebida entre sus soldados. En efecto, su plan de abastecimiento para los 5200 hombres que integraban la expedición incluía una ración diaria de un litro de vino per cápita. Para asegurar este abastecimiento dentro de las provisiones que se desplazaron junto al ejército, se incluyeron 113 mulas de carga para llevar exclusivamente el vino’. Este dato también fue relatado por el general Espejo." 

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