lunes, 20 de agosto de 2012

DESDE LA CONVERTIBILIDAD A LA ÚLTIMA DÉCADA, LA TASA DE GANANCIAS CRECIÓ UN 50% Pese a los reclamos empresarios creció fuertemente la rentabilidad


 Desde la crisis de 2001 los beneficios crecieron aprovechando el impacto de la devaluación en los costos laborales y usufructuando las virtudes de la recuperación económica. Los números muestran que ya es hora de que pongan el hombro.


 En el discurso que diera a principios de este mes en la Bolsa de Comercio, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner destacó que el Índice Merval creció un 254% durante su gobierno, con lo cual fue durante la actual administración cuando mejores ganancias registraron las empresas que cotizan en la Bolsa porteña. 
En esa misma jornada, criticó fuertemente a economistas de think tanks locales e internacionales como CEMA, FIEL y Lehman Brothers, por no haber anticipado la crisis de 2001 y luego vaticinado un caos hiperinflacionario y financiero tras la salida de la Convertibilidad. Asimismo, adelantó para julio una recaudación récord de 61.317 millones de pesos, lo que representa un crecimiento del 28,2% en relación a igual mes de 2011, con un superávit de comercio exterior de 8322 millones dólares en lo que iba del año. Con esos y otros argumentos, la primera mandataria respondía a críticas de sectores empresarios por las políticas monetarias y de control del comercio exterior llevadas adelante por el gobierno. Sin embargo, cuando se observa con detenimiento el desarrollo industrial en la etapa kirchnerista, es fácil comprobar que a muchos sectores les ha ido muy bien, con desempeños comparativos mucho mejores que en el pasado reciente.
Efectivamente, la rentabilidad empresaria ha crecido notablemente en la última década, incluso en comparación con el período de la Convertibilidad. Así lo demuestra un trabajo reciente de Pablo Manzanelli, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), titulado “La tasa de ganancia durante la posconvertibilidad. Un balance preliminar”. Allí señala que “las evidencias son lo suficientemente contundentes como para marcar las significativas diferencias que se registran entre el régimen de la Convertibilidad y el de la posconvertibilidad: durante el período 1993-2001 el índice de rentabilidad sobre el capital fijo (proxy de la tasa de ganancia) alcanzó el 24,8%, mientras que entre 2003 y 2010 ascendió al 37,2%”, lo cual representa un crecimiento del 50% entre un período y otro.
En relación al período 2010-2012, no comprendido en el estudio antes citado, es probable que se haya producido cierta desaceleración en la dinámica de crecimiento que venía mostrando la rentabilidad empresarial. Sin embargo, sería aventurado diagnosticar a partir de allí alteraciones en el modelo de acumulación, ya que las ganancias obtenidas en los años inmediatamente anteriores permiten que la tasa se mantenga a niveles muy altos. Es previsible, de todas formas, que en los tiempos venideros se intensifique la puja distributiva, y será el Estado quien deba direccionar la evolución de esa tensión, teniendo en cuenta los sectores que han resultados favorecidos en la última década.
Sin lugar a dudas, un aspecto fundamental a la hora de explicar esta dinámica se vincula con la caída inicial del costo laboral que, tras la megadevaluación de 2002, permitió rápidamente que se recuperara la tasa de ganancia empresaria que se había desplomado en los últimos años de la Convertibilidad, gracias a la retracción salarial y la elevación de beneficios obtenidos a partir del nuevo tipo de cambio. Como los denominados “bienes-salario” de nuestro país tienden a coincidir con la canasta exportadora, la devaluación se trasladó a precios en productos de consumo masivo de la población, con lo cual cayó el poder de compra de los salarios, elevando el margen general de beneficios. Otra cuestión clave para entender el crecimiento de las ganancias es el aumento de la productividad del trabajo registrado a partir de la salida del 1 a 1, que no es ni más ni menos que otra de las formas que asume la disputa por el excedente que genera la actividad económica, en este caso a través de la presión del empresariado para incrementarlo.
El cambio de modelo económico favoreció la importancia relativa que adquirieron algunos sectores industriales. De esta manera, y según indican Shorr, Manzanelli y Basualdo en un trabajo titulado “Élite empresaria y régimen económico en la Argentina. Las grandes firmas en la posconvertibilidad”, se registraron incorporaciones y ascensos en el ranking del grupo de empresas más grandes del país de “mineras, comercializadoras de granos y varias del sector manufacturero (automotrices, agroindustriales, productoras de acero, de aluminio primario y de sustancias, y productos químicos entre las principales)”. Confirmando este diagnóstico, los informes de rentabilidad sectorial provistos por AFIP al 2010 dan cuenta del crecimiento de esos rubros de actividad muy por encima del porcentaje de rentabilidad general de la economía nacional.
Los autores, a su vez, indican que esa situación se fue produciendo en forma paralela a un “peor desempeño relativo de las empresas proveedoras de servicios (en particular las vinculadas con los servicios públicos) y algunas comerciales (principalmente las del segmento minorista)”.
En esta línea, el informe desarrolla que, si bien los grupos económicos nacionales no experimentaron grandes alteraciones en la mayoría de los casos, lo cierto es que se fue consolidando un proceso de repliegue hacia un núcleo más reducido de actividades, favorecidas por el modelo actual, como “la agroindustria y la elaboración de algunos commodities fabriles”. Este grupo de empresas, donde siguen teniendo un peso predominante las de capital extranjero, explican en gran medida el crecimiento y la concentración económica de algunos sectores que se vienen desarrollando desde la salida de la Convertiblidad.
A partir de la notable reactivación económica que experimentó el país desde 2003, se presentaron excelentes posibilidades de satisfacer la creciente demanda aprovechando la capacidad instalada ociosa con la que se contaba, triste herencia del patrón de acumulación financiera iniciado con la última dictadura militar y continuado por los sucesivos gobiernos democráticos. Aprovechando esta situación, la tasa de ganancia creció en el período 2003-2007, a pesar incluso de la recuperación que empezaron a transitar los salarios. Sin embargo, a medida que se fue reduciendo esa capacidad industrial disponible, llegando a su tope hacia 2007, se fue intensificando la puja redistributiva, paritarias y conflictos gremiales mediante, con los sectores capitalistas más concentrados pujando por mantener sus fabulosas rentabilidades y los trabajadores el valor de sus salarios, castigados por los aumentos de precios en muchos casos producidos por la especulación. 
En este contexto, un dato positivo es que se ha recuperado la participación de los sindicatos en la negociación de los niveles salariales de los trabajadores, lo cual constituye de por sí unos de los aspectos más notables de la última década. 
Esto ha sido posible gracias al crecimiento económico sostenido, que ofreció un panorama más propicio para la acción sindical, y a la voluntad del gobierno nacional para impulsar las paritarias, adoptando una actitud mediadora entre los sectores del capital y del trabajo.
En conclusión, la situación actual pone en evidencia que, si bien se ha avanzado desde el 2003 a la fecha, aún restan muchos esfuerzos para revertir definitivamente la injusta matriz distributiva desplegada en la Argentina desde la dictadura y hasta el fin de la Convertibilidad. A favor de ello, sería bueno que algunos sectores económicos que han venido obteniendo ganancias fenomenales durante los últimos tiempos puedan acompañar el proceso y tributar en consecuencia o, al menos, no quejarse tanto. «
 
 
extranjerización
 
El proceso de extranjerización de la economía argentina no se ha detenido, a pesar de la recuperación de empresas públicas privatizadas durante el menemismo. 
A mediados de los '90, se manifestó esta tendencia en casi todos los sectores de la actividad. Al respecto, Schorr y Manzanelli señalan que "la extranjerización de la economía en 2001 se ubicó en el orden del 30%, frente a una participación del 6,1% en 1991". 
Sin embargo, señalan, este derrotero se ha profundizado tras la salida de la Convertibilidad, ya que "mientras que en el período 1991-2001 la participación del capital extranjero en la economía local promedió el 15,0% (19,6% entre 1995 y 2001), en la posConvertibilidad ascendió al 28,7%".
En general, se trata de grandes grupos empresariales que se desarrollan en mercados con claras economías de escala, restrictivas al ingreso de nuevos competidores, y se insertan en actividades que requieren una alta especialización que se justifica por el aprovechamiento de ventajas comparativas, usufructuando la importante reactivación del mercado interno y el tipo de cambio favorable en el escenario internacional. 
La posición oligopólica que detentan les otorga un considerable margen de acción para influir sobre la determinación de los precios. 
Estos factores han hecho posible que se consolidaran como actores centrales del régimen económico. Si bien algunos se han ido, y otros han llegado, la estructura del empresariado en nuestro país sigue mostrando una importante proporción de participación extranjera entre sus capitales.

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