lunes, 20 de agosto de 2012

Entrevista a José Ignacio de Mendiguren y a Antonio Caló Caló-De Mendiguren: “Es necesario el diálogo social”


El presidente de la UIA y el secretario general de la UOM debatieron los ejes de la situación económica, política y social del país y, ademá, destacaron la necesidad de consensuar una agenda de largo plazo.


 Ni una de Frondizi de fondo?", bromea a la hora de las fotografías José Ignacio de Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina, en medio de la densa escenografía peronista-kirchnerista que decora la oficina del noveno piso de la Unión Obrera Metalúrgica, mientras su anfitrión, Antonio Caló, se toma un respiro de los incesantes llamados que indagan sobre su estado de salud, luego de un sinfín de versiones sobre su supuesto abandono en la carrera por el Secretariado General de la CGT, durante la semana pasada.
Curiosamente, uno de esos tantos retratos los tiene a ambos como protagonistas junto a los reyes de España. Corría el mes de febrero de 2009 cuando Mendiguren y Caló formaron parte de la delegación argentina que acompañó a la presidenta Cristina Fernández durante una visita oficial a la península ibérica.
Después de algo más de tres años y medio, y con distintas responsabilidades ambos –uno, el máximo representante de los industriales; el otro, próximo a ser elegido para conducir la CGT–, Tiempo Argentino reunió a los dirigentes para conversar sobre la situación económica y los desafíos que enfrentarán, cada uno en su rol, durante los próximos años. Acompañado durante toda la charla por Guillermo Moretti, uno de los vicepresidentes de la central fabril, Mendiguren coincidió con Caló en reivindicar el diálogo como herramienta para transformar el crecimiento en un proceso de desarrollo.
"Hubo algunos que aplaudieron cuando un ministro de Economía dijo que era lo mismo hacer caramelos que acero. Lamentablemente, estábamos en otro mundo. Algunos empresarios y algunos banqueros se creían que cuando desaparecían las fábricas desaparecían los dirigentes gremiales. A eso apostaban, y se equivocaron", aseguró Caló.
–La pelea Moyano-gobierno puso sobre el tapete la relación que debe tener una central obrera con el gobierno de turno. ¿Cómo debe darse esa vinculación de trabajadores y empresarios con el gobierno?
Antonio Caló: –La relación de una central obrera, tanto con el gobierno como con los empresarios, tiene que ser de sentido común. Y este nos dice que tenemos que dialogar. A mí me enseñaron de chico que la diferencia entre los seres humanos y los animales es el habla. Si no podemos hablar entre nosotros para ponernos de acuerdo, vamos a parecer animales. Y yo, aun con mi sexto grado, quiero ser una persona que dialoga. Vamos a pelear, a luchar cuando sea necesario. Pero lo último que se tiene que romper es el diálogo.
José Ignacio de Mendiguren: –Los gremios y empresarios industriales tenemos una historia que nos encontró juntos muchas veces. No es lo mismo la realidad en un área no transable de la economía que en una transable. Por ejemplo, si la energía eléctrica es cara en este país, nadie puede ir a consumirla a Uruguay. En los sectores transables la problemática es distinta y el diálogo –como dice Antonio– es mucho más necesario e intenso. Además, nosotros consideramos –por las experiencias que hemos tenido de tantas políticas antiindustriales– la necesidad de tener dos agendas: la del día a día, para discutir las paritarias, y las condiciones laborales, en una práctica en la que creo que la Argentina es un ejemplo desde 2004, ya que todos los años nos sentamos, el sector laboral y nosotros, para discutir y alcanzar acuerdos, algunos más tensos que otros, pero siempre acordamos. Pero lo que tenemos claro es que también tenemos que discutir la agenda de largo plazo, no quedarnos con la foto sino discutir juntos la película. Estamos convencidos de que este proyecto industrial que se ha iniciado lo queremos mantener y dar ese paso trascendente del crecimiento al desarrollo económico.
–En medio del actual escenario, ¿Están dadas las condiciones para el tan mentado Consejo Económico y Social?
JIM: –La UIA cree profundamente en el diálogo tripartito. El mensaje que dejó la Organización Internacional del Trabajo este año es el del diálogo tripartito. Para los países que están en crisis, para poder salir mejor. Pero para los que no están en crisis, al ver la velocidad de los cambios en el mundo, se hace necesario cada vez hablar más. No hay que aspirar a cosas muy rimbombantes sino empezar a practicarlo. Pero lo que tenemos en claro y lo hemos dicho es que por lo menos vamos a apuntar a la Federación de Gremios Industriales. Es absolutamente distinta la problemática de sectores transables de la economía, donde no nos es indiferente el costo brasileño o el dumping. Por ejemplo, nosotros hemos planteado, y Antonio nos ha acompañado, la cuestión sobre la necesidad de la participación del movimiento obrero industrial en las negociaciones internacionales como una mesa más. Es imposible desvincular la política exterior de la política de empleo. Nosotros lo vivimos en los años noventa: cada mesa de negociación era una mesa de "concesión" que destruía empleo.
AC: –Vamos a intentarlo con la UIA. No va a ser fácil, una vez lo intentamos y fracasamos. Habíamos ido a España para ver cómo funcionaba allí y vimos que algo falló allá también, porque así quedó España con diálogo tripartito y todo. Tenemos que asumir esa experiencia. Esto es día a día. Yo te puedo decir hoy que nos juntamos con el Vasco y que vamos a hacer el diálogo tripartito también con el gobierno, cuando en realidad el camino a transitar es más largo. Hay que llamar a más actores a la mesa, que quieran participar y tengan la intención del ver el crecimiento del país y la industria como tenemos nosotros. Vamos a retomar el diálogo con la UIA a través de la Confederación de Gremios Industriales, lugar donde ya tenemos 14 gremios constituidos, la vamos a inscribir legalmente con personería jurídica y luego nos vamos a sentar con ellos para hablar todos los temas.
–Tanto dentro del ambiente empresarial como entre los sindicatos, ¿hay distintos modelos de país?
JIM: –Sí, está claro. La Argentina de la valorización productiva poco tiene que ver con la de la valorización financiera. Espero que esa historia ya haya pasado. El otro día discutía con el presidente de la Sociedad Rural actual, Hugo Biolcati. Él tiene una visión de país distinta. Si alguien dice hoy que "la Argentina es el campo y el campo es la Argentina" en vez de entender la problemática de 40 millones –ojo, no creo que este sea el planteo de la Federación Agraria o Coninagro–, bueno, con ese modelo estamos seguros que nosotros no comulgamos. Desde que el mundo es mundo, la lucha pasa por dónde se crea valor. Agregar valor en un país o en otro no es neutro, estás hablando de plata, son los países que pagan los salarios más altos, los que tienen más tecnología. Cuando un país pretende desarrollarse se trata de verdaderas batallas, no es todo un pétalo de rosas. Por eso mi diferencia con algunos sectores agropecuarios. Porque se quedaron con un proyecto de cuando el país tenía 4 millones de habitantes, en el que con exportar trigo y maíz y carne salada daba para importar todo lo necesario. Ahora, cuando somos 40 millones, no se puede hablar más de eso. Hoy aprendimos que la Argentina no puede vivir sólo del campo, y que no puede desarrollarse sin las divisas del campo. Entonces, aquel que me lleva al conflicto para mí es el que está generando una patria donde nos han asignado el rol de proveer el grano para que el otro haga el aceite. Cada grano de soja que vos exportás, así como está, es dejar de agregar valor, aunque es un gran negocio para el que lo "tradea". Cuando un europeo ve un camión de maíz, ve cuántos kilos de proteína animal, cuántos litros de aceite, cuántos litros de biocombustible puede sacar; quiero, decir, un país que pretende desarrollarse, ¿puede tener como idea mandar esa materia prima para que un tipo de afuera la elabore? Uno dice que esto debería ser una cuestión de sentido común. ¿Por qué no se hace? Porque se afectan intereses. A lo que me refiero es a que existe la patria financiera importadora, son intereses muy importantes.
AC: –Sí, pienso lo mismo que el Vasco. A lo mejor, dentro de la Confederación de Gremios Industriales no tenemos los problemas de la UIA, donde hay distintos estamentos. Nosotros somos todos gremios industriales y pensamos todos lo mismo y vamos a tirar para el mismo lado. Todos vamos a defender este modelo industrial y vamos a tratar de hablar con ellos para ver cómo podemos hacer para que haya más crecimiento y la distribución sea más equitativa. Es un proyecto a largo plazo. Después están los problemas que puede haber dentro de la economía del país... claro que hay distintos intereses. No es lo mismo hablar de nuestros intereses como gremio o como empresas industriales que el del financiero o el del campo.
–Moyano hoy se ubicó en la vereda de enfrente…
AC: –Pero Moyano no está contra el modelo, sí tiene un problema con el gobierno.
–El trabajo no registrado bajó desde 2003 pero sigue siendo muy alto, situación que va a ser heredada por ambos, tanto en la UIA como en la CGT. ¿Cómo se puede encarar eso?
AC: –En este tema, nosotros hacemos militancia, nuestra gente va y se fija si en las fábricas hay gente trabajando en negro. En la UOM no tenemos gente en negro, hacemos militancia gremial en todas las seccionales.
JIM: –Yo en mí sector sí tengo ese problema. Es una asignatura pendiente.  Es un tema que hay encarar desde lo tripartito. Además, el tema genera asimetrías competitivas terribles. Si no se resuelve esto, uno sigue empujando hacia la marginalidad. Tenemos que hacerlo con el gobierno, porque se da sobre todo en muchas empresas chicas. Casi el 33% de la informalidad participa del 10% de la renta. Para levantar el promedio hay que trabajar ahí. Hay que procurar que toda la masa salarial llegue al 50% del ingreso.
AC: –Hay que buscar que el empleo en negro baje al 20% o al 15 por ciento. La informalidad existe en todas las partes del mundo, hasta en Alemania. Las razones del empleo ilegal son un combo, tenemos que aportar todos, y el gobierno tiene que ayudar aportando su estructura. Hay que levantar un poco el Impuesto a las Ganancias, porque hay mucha gente que pide que le paguen en negro porque no quiere pagar Impuesto a las Ganancias. Lo mismo sucede con el salario familiar, algunos piden cobrar y otros prefieren pagar mitad en blanco y mitad en negro.
–¿Cuánto afectó a la industria la desaceleración de Brasil?
JIM: –El impacto de la desaceleración de Brasil es heterogéneo. Afectó fuerte al sector automotriz porque algunas marcas son muy Brasil-dependientes. Este mes pareció que nuestro índice (el que mide la actividad industrial y que la UIA informa cada mes) se había desplomado con una caída del 6 por ciento. Claro, pero si uno saca al sector automotriz y al de los metales básicos –ambos sectores muy concentrados–, la caída sólo es del 1,7 por ciento. Sin embargo, los títulos en los medios fueron "Una caída del 6 por ciento". Hay un efecto que, según nos dicen los sectores de la industria automotriz que tienen vinculación con Brasil, ha pegado fuerte, y es una recuperación importante. Por ejemplo, es el caso de FIAT, que pasó de suspender trabajadores y su línea de montaje a volver a poner turnos. Entonces tenemos confianza que el segundo semestre va a ser mejor, si bien hay mucha heterogeneidad. En promedio, si tuvimos una caída del 1,7%, y la mayoría dice que es más optimista para el segundo semestre –y en Brasil todos los números dicen, por medidas concretas, porque en el sector automotriz se quitó el IVA a la producción–, creo que el año lo terminaremos con un crecimiento del 2 o 2,5%, que en el contexto en el que estamos...
AC: –Vamos a tratar de mantener los puestos de trabajo contra viento y marea. No hay peor cosa para un trabajador que recibir el telegrama de despido. Han mermado las horas extras, es una realidad. Nosotros tenemos una variable por la cual nos damos cuenta, que es la recaudación mensual que llega al sindicato por la afiliación, por el seguro de vida y la obra social. Si bajó 10% la recaudación es porque las horas extras lo hicieron en un 10 o un15 por ciento.
JIM: –Acá tenes un tema importante y es lo que nos une con los gremios industriales. Ante cualquier caída del nivel de actividad, lo que a los dos nos tira es la preservación del empleo. A ellos, por supuesto, pero para nosotros no es lo mismo dejar de tener un trabajador calificado que nos costó tiempo formar, no les pasa en otros sectores. Remplazar un repositor cuesta menos que remplazar a un tornero o un matricero.
–En breve seguramente habrá una nueva ley de riesgos del trabajo. ¿Cómo van a encararlo y cuál es el balance de las ART?
AC: –Es una asignatura pendiente. Tenemos que arreglarnos entre empresarios y trabajadores porque los abogados –lo digo con todo respeto– siempre van a tratar de que haya un juicio en el medio. Con Lascurain (presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos) ya tenemos la mutua casi armada. Si no, pierde el trabajador y el empresario. El balance de la ART no es bueno. Hay más juicios. Tampoco se podía pagar por una muerte 130 mil pesos, era una locura. Esas cosas hay que corregirlas. Cuando empezamos, en 2003 se pagaba más barato la muerte de cualquier trabajador que un accidente en la calle. Eso da lugar a que haya juicios, y yo lo compartía. Pero poniendo las cosas como corresponde, las tablas como corresponde. Siempre existió el problema de los accidentes de trabajo, pero cuando se pagaban como correspondía eran pocos los que hacían juicio.
JIM: –Hay un enemigo claro y cuantificado que es la industria del juicio. Buscamos la protección del trabajador, y un costo razonable del seguro. La ley anterior era perfectible, creo que no la utilizamos adecuadamente porque esa ley creaba el Consejo Consultivo permanente que nos facultaba a reunirnos a empresarios y trabajadores y levantar las indemnizaciones. Nunca se hizo, nunca se convocó. Yo digo, y me hago cargo, que hubo una intención de que esto no funcione bien para hacer este problema que derivó en la triplicación de la litigiosidad. Tenemos 76 mil causas por año, una demanda promedio de 30 mil dólares. Son unos 2400 millones de dólares en juicios. ¿Qué le va al trabajador y la empresa? No todas las empresas son Techint o Loma Negra, ellas no tienen esos problemas. El gran problema lo tienen las pymes. Un juicio de esos le lleva la casa, la heladera y deja sin trabajo al resto de los compañeros del que inició la demanda, que además no se la lleva él. Lo que dijo la Corte fue que no se le podía prohibir a un trabajador la posibilidad de acceder a la justicia civil. Estoy de acuerdo. Tengo confianza en que la presidenta ha tomado con preocupación este tema y estoy seguro que nos va a dejar satisfechos a trabajadores y empresarios. «
 
"no enfriar la economía y sí calentar la inversión"
 
Según José Ignacio de Mendiguren, los altos niveles de inversión del último año no son suficientes para sostener la demanda, razón por la cual se hace necesario asegurar los mecanismos que garanticen mayor financiamiento a la producción, en lugar de reducir el crecimiento. "No hay que enfriar la economía sino calentar la inversión", aseguró el dirigente fabril. "¿Hay medidas? Sí, por ejemplo la del Banco Central para que el cinco por ciento de los depósitos de los bancos vaya a la producción. Más allá del importe, lo que nosotros evaluamos es la decisión política”, explicó Mendiguren.
El titular de la UIA agregó: "Todo el sistema financiero le presta al sector privado 13 puntos del Producto Bruto Interno, mientras que en Chile, esa relación es del 70% y en Brasil alcanza el 60 por ciento. De ese 13%, un 87% va al consumo. Ningún banco que tenga la posibilidad de financiar el consumo a tasas siderales va a querer analizar un proyecto de inversión de una pyme."
Mendiguren observó: "Entonces hay cosas positivas como los créditos del Bicentenario; la reforma a la Carta Orgánica del Central; y esta línea donde se obliga a los bancos a que una parte importante de su cartera la presten a la producción. No solamente lo plantean, sino que van a estar detrás de esto para que sea cumpla."
Por su parte, Caló señaló que lo que más genera inflación es el sector alimenticio. "Algo pasa en el camino, el tambero está peleando para cobrar la leche 1,90 y en la góndola vale 6 pesos. ¿Qué paso en el medio?" Y agregó: "Cuando viene la época de la mandarina vale un peso el kilo, cuando escasea vale cinco. Con más producción el precio no varía."
 
por qué no se consideran oficialistas
 
–Desde distintos lugares los tildan de oficialistas. ¿Molesta esa crítica?
Antonio Caló: –Para mí es indiferente, a mí lo que me interesa es el resultado. Yo no soy oficialista, defiendo este modelo con el cual no perdió nadie, todos hemos ganado, y no tengo por qué renegar de eso. Estamos de acuerdo en que hay cosas que mejorar porque el modelo ya tiene diez años, pero con este modelo crecieron los camioneros, los taxistas, los que venden panchos, no podemos estar en contra. El sentido común te lo dice. Nosotros tenemos que entender que, en el caso de los gremios industriales, cuando tenemos un problema las consecuencias son diferentes a lo que sucede por ejemplo con los gremios del Estado. Los gremios que agrupan a trabajadores del Estado pueden hacer un paro ocho días y se los pagan. Nosotros, en cambio, hacemos un paro y a los dos días vienen los containers de China y nos invaden. Con eso tenemos que tener mucho cuidado. Por eso tratamos de no hacer medidas de fuerza más allá del tiempo necesario. No se puede hacer un paro de 20 días, porque los gremios industriales no podemos desconocer que desde China y la India nos quieren invadir.
José Ignacio de Mendiguren: –Yo, por mi parte, soy presidente de la UIA, no de un partido político. La política se tiene que encargar, a través de propuestas superadoras, de garantizar la alternancia, porque ese no es el rol de los dirigentes empresarios. Yo tengo la obligación como presidente de la UIA de tener la mejor relación con el gobierno que eligió la gente. Además, lo peor para los industriales es tener volatilidad en las políticas económicas porque la industria es, justamente, largo plazo. Entonces, después de la crisis de 2001 iniciamos un proceso con crecimiento sin magias económicas, sin necesidad de que aparezcan los Cavallo, los Martínez de Hoz, ni la Convertibilidad. Hoy tenemos una relación económica y macro normal, y eso fue una decisión política. Y por supuesto tenemos que apostar a esto, ¿a qué quieren que apostemos? Por supuesto, hay cosas que corregir, pero tenemos claro que no queremos la política pendular, y volver otra vez a escuchar hablar a Cavallo y a Espert. Nuestra obligación, para que esto se sostenga, es marcar las cosas que hay que cambiar. Pero nosotros no podemos hacer política, sólo podemos sugerir, acercar y tratar de seducir, no de confrontar. Sin embargo, a veces veo casos en que van a reclamar con el dedo levantado y dicen que no los escucharon. Esa no es nuestra función.
 
Un cultor del perfil bajo
 
Con 65 años y cultor de un bajo perfil que en tiempos recientes le jugó una mala pasada con algunos sectores de la CGT que apoyan su candidatura, Antonio Caló comenzó su actividad gremial hace algo más de cuatro décadas de la mano del histórico Lorenzo Miguel.
Repite una y otra vez que está dispuesto a bajar su candidatura si con ello garantiza la unidad del movimiento obrero, aunque no ve con malos ojos la existencia de varias centrales sindicales. Hasta sus detractores le reconocen su estilo dialoguista.
Hincha de San Lorenzo, vive en el barrio de Flores y asegura que está a “disposición” de los compañeros si lo eligen para conducir los destinos de la CGT.
 
Zapatillas contra la convertibilidad
 
Abogado de profesión, José Ignacio "El Vasco" de Mendiguren comenzó su actividad como empresario del calzado a mediados de la década del setenta, recorrido durante el cual alternó su rol en el sector privado con responsabilidades en la administración pública, donde llegó a ocupar el Ministerio de Industria durante el breve mandato de Eduardo Duhalde. Elegido como titular de la UIA a fines de los noventa, promovió la devaluación del peso como una de las formas de ganar competitividad ante el declive fabril que generó la convertibilidad, período durante el cual llegó a protestar arrojando zapatillas a la Cancillería. Tiene 61 años y en abril de 2011 fue reelegido para encabezar la UIA.
 
Optimista
 
Automotores. "Hay confianza de que el segundo semestre va a ser mejor. Brasil tomó medidas concretas como la quita del IVA a la producción, por lo cual ya se nota una recuperación que repercute en el sector automotor", dice Mendiguren.
 
La cifra
 
87% Del crédito al sector privado va a financiar al consumo. Desde la UIA reivindican la iniciativa del Banco Central para obligar a los bancos a dirigir parte de sus préstamos a la producción. 
 
moreno y el comercio internacional
 
–¿Hay una sobreactuación de ciertos sectores respecto de los controles que establece el gobierno, sobre todo a través de la Secretaría de Comercio Interior que conduce Guillermo Moreno?
José Ignacio de Mendiguren: –Claramente hay cosas para corregir, y creo que aquí hay que tener picardía, si no estamos dando pasto a que aparezcan los Cavallo, los Espert (NdR: José Luis, economista, titular de la consultora Espert & Asociados), y todos los trogloditas que están apareciendo. Hay que tener cuidado. Un instrumento que ningún país del mundo deja de utilizar, tanto durante períodos de crisis como en períodos de no crisis, es la administración del comercio, por lo cual nosotros siempre peleamos. A veces si está mal aplicada invalida la herramienta. Entonces, una Argentina pendular le da pasto a los que están escondiendo otros intereses. Yo con Guillermo Moreno tengo una relación intensa. él fue subsecretario mío cuando yo era ministro y lo conozco mucho. Coincido en sus objetivos, que son mantener el nivel de actividad en esta etapa de crisis y aumentar el saldo de la balanza comercial, porque es una seguridad para la gobernabilidad macroeconómica, pero discutimos con él en algunos de los métodos. Por ejemplo, queremos más exportaciones, pero si paramos el ingreso de los insumos importados, no podemos exportar. Nosotros pretendemos que se vaya despacio, analizando la situación sector por sector. No es lo mismo importar commodities que una pieza que se fabrica especialmente para mí. Creo que ahí tenemos que hacer sintonía fina. 

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