lunes, 20 de agosto de 2012

ENTREVISTA A FEDERICO LUPPI “Todavía falta un federalismo activo”


Feliz de recorrer el interior del país con la obra de teatro La noche del ángel, el popular actor está bastante activo desde que volvió de España. 


Por: 
Maby Sosa
 Abre la puerta e invita rápidamente a entrar, porque afuera la lluvia es abrumadora. "Consiguieron taxi rápido? ¿Está más descongestionado todo desde que volvieron a funcionar los subtes? ¡Qué locura, todo eso!", pregunta y exclama como para sí, preocupado, Federico Luppi.
El actor dirige y actúa en La noche del ángel, del autor italiano Furio Bordón, que estrenó en gira por distintas ciudades y provincias, y que seguirá recorriendo el país. Después de diez años viviendo en España, Luppi volvió a Argentina, donde participó de varias tiras (Los Sónicos, En terapia y Condicionados) y fue protagonista de El pacto y de la película Acorralados, que estrenó hace unos meses, aunque ahora está abocado al trabajo teatral, que lo tiene más que entusiasmado.
La obra de Bordón le sirve para hablar de los jóvenes. Dice que le preocupa la cantidad de chicos que son maltratados en todo el mundo y recuerda su vida en el campo, "donde no existía la fijación o un capricho por algo que tenías que tener porque estabas mirando una vidriera. Mi vida era más cercana a Tom Saywer que a la vida de un chico de ciudad", recuerda el actor.
De a poco los temas de la charla suceden, desde su vida familiar, su eterna afición por la política, su pasión por el arte y las ganas de trabajar, siempre. Sentado a la mesa, ceba mates amargos y habla en calma, dejando escapar a modo de muletilla un dulce "¿Sabés?" al final de cada frase. Y resulta curioso el contraste, cuando se piensa en que ese hombre es el mismo que dejó registradas las mejores puteadas del cine argentino.
 
–¿Cómo vive el espacio de las giras, de viajar por las provincias?
–Lo más atractivo es que vas teniendo una visión del país en primera mano. Por los diarios de Capital no te enterás de las cosas que pasan en un pueblo santafesino o cordobés o del oeste de La Pampa, te enterás por la gente: cómo va la economía, qué pasa con la soja, a cuánto está la tonelada de trigo, las preocupaciones de la gente del lugar. En ese mundo me parece importante meter algo con una obra que hable del trato infantil o de cualquier cosa humana, porque a esas preocupaciones cotidianas le agrega un elemento nuevo para movilizar el bocho. Sin el afán de maestro ciruela.
–Es importante también para el público.
–Sí, pero no me gusta decir esa frase de "voy al interior" y pienso de qué exterior vengo. Existe una suerte de parapeto o tapial medio caído respecto de la Capital. Es lógico: yo estoy en un lugar pequeñito del oeste de Córdoba y veo que hay un chico viendo un accidente en las esquina de Carabobo y Scalabrini Ortiz, ¡pero qué carajo me importa! Como todo pasa por acá y todo lo de la televisión ocurre allá también. Digo, los culos y las tetas de Tinelli también se ven en Tucumán, e ir contra eso es una lucha muy dura, porque la gente del lugar está mediatizada con el entorno y con una publicidad que no es suya. Pero bueno, esas son cosas que suceden en países en donde falta todavía generar un federalismo activo.
–¿Cómo funciona su trabajo en el teatro, el cine y la televisión?
–El mundo expresivo es el mismo, lo que cambia en cada lugar es la calidad del trabajo que consigas. Pero el teatro te permite, en el caso de que ande bien la obra, una permanente relaboración de lo que hacés: ir afinando, metiéndote más, creando mejores condiciones, estando alerta a los cambios cotidianos. Porque día a día a uno lo cambia la vida y ese cambio cotidiano, aunque sea infinitesimal, en el teatro se transmite en la calidad expresiva.
–¿Le llegaron propuestas para la televisión?
–Hace 15 años estaba en la cresta de la ola, pero ahora mi mundo laboral se ha achicado bastante. Por suerte siempre hay personajes para mi edad, pasa que el mundo del espectáculo está determinado por la presencia pujante de la gente joven. La chica de 20 años quiere más ver a Matías Alé que a mí. Hay que tomarlo en cuenta como para ir aceptando el paso del tiempo. Antes hacía muchas películas por año y ahora me llaman dos o tres días para que grabe.
–¿Y eso le afecta?
–No, porque siempre lo he manejado con bastante cuidado. Yo nací en el campo, y ahí no es un castigo envejecer. Cuando era chico, hablar de que alguien se hacía una cirugía estética era cosa de películas, era para cambiar el rostro de Frankestein. Ahora todo el mundo quiere tener 10 ó 15 años menos. Todo el mundo quiere detener el tiempo, pero al tiempo no hay que detenerlo, hay que ocuparlo para uno. Me afectaría si tuviese que envejecer enfermo, tullido, viejo chotón, porque ahí el trabajo te deja de producir alegría.
–De todas formas, es un trabajo en el que hay que poner mucho el cuerpo.
–Un artista francés decía que el actor es el atleta del corazón. Y tenía razón, uno pone ahí toda la carne en el asador porque tiene que trabajar con elementos profundamente compartibles: sentimientos, afectos, bronca, odio, la vida, el tiempo que pasa, amores que te dejan, fracasos afectivos y sentimentales, el distanciamiento, los seres queridos que se pierden, los amigos que se van. Todo eso forma parte de la vida cotidiana y es ese el material con el que nosotros podemos hacer algo respecto de los demás y con los demás. Y ahí metés el cuerpo sí o sí, no se puede evadir. Cuando uno hace una obra movilizadora, es una ablución. Creo mucho en eso, creo que el actor suele vivir muchos años porque ha colocado todo afuera.
–¿Ve el programa de Marcelo Tinelli?
–Sí, veo los programas de chimentos, veo los culitos, las tetas, veo todo. Paseo por los canales. A mí me gustaría en términos más vitales que un individuo al que le gusta ver culos y tetas los tuviese en su casa. Si no, ver eso únicamente te provoca una condición muy onanista. Me parece que se corre el riesgo de eliminar el mínimo de capacidad crítica que tiene un ser humano. A la tarde hay cinco programas de chimentos y otros cinco a la mañana. No estoy en contra, forma parte de la frivolidad, pero tanto me parece que no ayuda a encontrar una llave íntima que te lleve a ser más feliz.
–¿Cómo vivió los últimos cambios del país?
–El primer fracaso de mi vida como ciudadano fue Frondizi. Terminó siendo un viejo pelotudo y mal hablado que fue condecorado por la dictadura militar. De ahí, todo fue igual: golpes militares, votábamos un presidente, se bajaban los pantalones, mostraban cobardía cuando no ineptitud, otro golpe militar, otro presidente, dictadura militar… Alfonsín, que lo compramos todos… Venía agotado de ese mundo de charlatanes y mentirosos. Si uno quiere ser dirigente político tiene que tener dos cosas: sabiduría y cojones, si no, quedate en casa. No embarques a la gente en una aventura que no podés sostener.
–Y después partió a España.
–Me fui con el corralito, una de las grandes estafas del mundo occidental… Me fui para nunca más venir, y apareció un flaco del sur, me comentaban cosas, y lo empecé a mirar de otra manera. Era gente que decía "a" y hacía a, decía "b" y hacía b. Empezaron a crear condiciones mínimas para el despegue de un país que había quedado destripado, abierto al medio, sangrante, sin un centavo, en default sin crédito. Vi a esta gente hacer en diez años un país moderno, adulto, bien razonado y con perspectivas interesantes.
–No sabía que se había ido para no volver.
–Sí, absolutamente. Volví acá en 2004 y después hice otras cosas, me fui quedando y ya estoy ahora como los obreros golondrina: donde hay trabajo, voy.
–¿Cómo ve a esta generación de actores, es muy distinta a la suya?
–Hay muchos actores buenos, otros no tanto, otros que podrían ser buenos. Nosotros fuimos una generación que creció en un mundo que conservaba todavía lo que llamaríamos la dinámica casi mística de los sueños. Estábamos convencidos en los '60 de que el cambio estaba a la vuelta de la esquina. Eso te da un potencial de alma fabuloso, hacíamos cosas notables y muy interesantes, ideológica y profesionalmente, después de tantos grandes golpes y tantos grandes fracasos las cosas cambiaron.
–¿Y hoy cuál es el momento?
–Una de las grandes cosas que consiguió Kirchner fue repolitizar el mundo juvenil y crear las condiciones para que la política sea una herramienta de cambio. Creo y lo digo con absoluta responsabilidad, y creo que no soy ningún boludo: en este momento no hay en el mundo una dirigente política con los kilates, la capacidad analítica, el sentido ejecutivo y la capacidad de gestión de Cristina. Compará con el que quieras, ella es una estadista y sus políticas son de Estado, no el guiño del dirigente. Si tuviera 30 años menos, no me dedico a la actuación, me dedico a la política. «
 
la situación actual 
de españa: "una putada"
 
Federico Luppi vivió durante varios años en España y hoy vive con excesiva preocupación lo que sucede en ese país.
"Me da mucha pena. Este partido de corte fascista es de derecha, ultraneoliberal, trata a su pueblo como si fuera un país ocupado. Lo que están haciendo con España es una putada infame a sabiendas de que lo que están haciendo no va a servir para nada. Es solamente para alimentar los mercados europeos, salvar a los bancos y salvar a Alemania. El resto de la gente no le importa nada. Es una pena, podían haber tenido una actitud diferente y no de acuerdo al reclamo perverso de los mercados. Pero ellos tienen gente que trabaja para el mercado, el primer ministro de Italia, Monti, trabajó para el FMI toda la vida, el ministro griego también, el Banco Central europeo trabajó para el Banco Mundial, son personeros, delegados de los chorros. Delegados de las finanzas ladronas del mundo."
 
la experiencia de hacer el pacto
 
El pacto. El año pasado, la serie El pacto fue una de las tiras que tuvo a su alrededor una serie de polémicas, por la temática que abordó y por una discutida partida del actor Mike Amigorena, y que tuvo como uno de sus protagonistas a Federico Luppi.
El pacto narraba a lo largo de 13 capítulos la historia de una abogada que se ocupaba de delitos económicos y tomaba como base el caso de Papel Prensa. Luppi opinó al respecto: "Me quedé con un gustito amargo, la serie estuvo bien, fue buena tuvo un elenco espectacular. Pero toda aquella movida de plantear en términos de ficción un serio problema para el país que captó la atención de mucha gente, se fue al garete porque alguna gente que escribía y otros que producían se fueron a trabajar para cualquier canal. Lo que criticábamos en la ficción terminan absorbiéndolo, cooptándolo para muchas cosas. No me hizo nada feliz esto."
 
la noche del ángel
 
La obra que estrenó en Santa Fe tiene como protagonistas a Federico Luppi, Susana Hornos y Nehuén Zapata.
"El autor narra a través de esta relación padre-hijo, terapeuta-paciente, el hecho de que la materialidad con que un chico esté asistido en su infancia, si le falta afecto, habrá huecos emocionales muy profundos en su vida. El comportamiento adulto repercute inequívocamente en la salud de los chicos", explica Luppi.
"Tiene una crítica al falso glamour de los actores, pero es también una crítica no destructiva a los límites del psicoanálisis, que es un maravilloso camino de salud, pero no es la panacea universal", agrega.
Además de protagonizarla, Luppi hizo la dirección y adaptación del texto de Bordón. "Elegí una puesta más realista. El autor manejaba ciertos elementos operísticos que a mí no me hacen feliz y la encaramos por el lado más terráqueo y más cotidiano."

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