domingo, 19 de agosto de 2012

MASACRE DE TRELEW Cuatro décadas después


Se están cumpliendo 40 años del ensayo de represión indiscriminada que fue el fusilamiento de 19 militantes en 1972. Sus ejecutores, en el banquillo de los acusados. Las víctimas, en la memoria popular de los argentinos.
Acusados. Los imputados son seis, pero dos lograron zafar de sentarse en el banquillo.
Cuarenta años no es poca cosa. Para muchos simboliza el fin de una etapa, para otros implica un nuevo comienzo. Pasaron nada más y nada menos que cuarenta años de la famosa y recordada Masacre de Trelew. Y también, en este caso, se trata del fin de una etapa y, por qué no, del comienzo de otra, con el inicio del juicio.
La foto de los diecinueve militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) a punto de ser fusilados, se guarda como una postal en la memoria colectiva y refleja, premonitoriamente, lo que ocurriría cuatro años después y de manera sistemática con la llegada del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976.

La madrugada del 22 de agosto de 1972, la base aeronaval Almirante Zar fue el escenario de la matanza. A sangre fría, los militantes populares murieron instantáneamente a causa de los disparos de los marinos que resguardaban la base, en uno de los puntos más australes del país. 

Pero para comprender la historia del fusilamiento, hay que remontarse una semana antes, el 15 de agosto, cuando comenzó un masivo intento de fuga de la cárcel de Rawson, comandados por los principales líderes de las organizaciones guerrilleras. Algunos consiguieron el objetivo que había sido meticulosamente planificado. Fernando Vaca Narvaja, Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Domingo Menna, Mario Roberto Santucho y Enrique Gorriarán Merlo alcanzaron a trasladarse al aeropuerto de Trelew y abordar la aeronave comercial BAC 111, rumbo a Puerto Montt, Chile, para vivenciar la experiencia socialista de Salvador Allende. Pero otros no tuvieron esa suerte y fueron recapturados en la cárcel de Trelew para luego ser acribillados a mansalva. Ruben Pedro Bonet, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Segundo Suárez, Humberto Toschi, José Ricardo Mena, Carlos Alberto del Rey, Eduardo Adolfo Capello, Clarisa Rosa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Heriberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas, Mario Emilio Delfino, Miguel Angel Polti y Susana Lesgart perdieron la vida a manos de la represión; en tanto, María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar sobrevivieron para dar testimonio del horror de la masacre. Años después, también cayeron víctimas de la represión.

Pero en la Argentina de estos años, la justicia llega. Tarda pero llega. Los cuarenta años de memoria y lucha trajeron ni más ni menos que verdad y justicia. Por caso, el último 7 de mayo comenzó el juicio a los seis imputados por la masacre: el cabo Carlos Marandini, los capitanes de navío Luis Emilio Sosa, Emilio Jorge del Real, Rubén Norberto Paccagnini, Jorge Enrique Bautista, Horacio Alberto Mayorga y Roberto Guillermo Bravo. Paccagnini y Mayorga están imputados por ser cómplices necesarios; Bautista, por encubrimiento. Los demás, por ser presuntos ejecutores materiales.

Sin embargo, dos de los seis se eximieron de sentarse en el banquillo de los acusados. Tal es el caso de Bravo, residente en Miami y que consiguió que la Justicia de ese país negara su extradición, y Mayorga, quien alegó problemas de salud.

Impulsado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el juicio viene a reparar una herida histórica de nuestra sociedad, sobre todo porque los seis imputados permanecen –por ahora– en libertad.

Se especula que el proceso judicial se prolongará hasta octubre y pasarán alrededor de setenta testigos.

Durante el inicio del juicio, a cargo de los magistrados Enrique Guanziroli, Pedro de Diego y Nora Monella, en una sala del Centro Cultural José Hernández, disfrazada de Tribunal Oral en lo Criminal Federal, el pueblo entero de Trelew se convulsionó. No es para menos. Durante lustros, muchos testigos tuvieron que callarse y vivir amenazados. Ni la llegada de la democracia ayudó a mitigar el miedo que se vivió en los años de represión. Pero el destino hizo que hoy, a cuarenta años, nadie tenga que callar y mientras el proceso lleva su curso, hay lugar para la memoria activa. Más de ciento treinta organizaciones sociales alrededor de todo el país brindarán charlas, actividades culturales, presentaciones de libros, películas y festivales para recordar la masacre, coordinados por la Comisión por la Memoria del Pueblo.

El cántico popular que Madres y Abuelas de Plaza de Mayo recitan sin cesar se puede aplicar en este caso: “Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. A los responsables de la masacre de Trelew los buscaron, los encontraron y, ahora, los están juzgando. Sin dudas, el mejor homenaje, a cuarenta años de la tragedia. 

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