domingo, 15 de julio de 2012

SANTA FE Informe especial vacaciones: ¿Qué esperan los chicos de estos días sin escuela?

La psicóloga social Nancy Francalanza realizó un relevamiento sobre las expectativas de niños y adolescentes en este período.Cómo ayudarlos y acompañarlos sin sobrecargarlos de actividades.

Comenzaron las vacaciones de invierno en las escuelas santafesinas y de gran parte del país. Para los padres que no tienen la oportunidad de tomarse un descanso en estos días, el receso suele ser un momento de dificultades en los que la agenda cotidiana se ve alterada. La especialista en educación y psicóloga social, Nancy Francalanza, dialogó con Diario UNO sobre el valor de este tiempo y compartió los primeros resultados de un trabajo de investigación que llevó adelante sobre cuáles son las expectativas de los chicos santafesinos sobre este período.

¿Qué esperan las niñas, los niños y los adolescentes de este tiempo sin escuela? ¿Qué desean hacer? ¿Cómo viven sus responsabilidades? ¿De qué manera se los puede ayudar a marcar su personalidad? Son algunos de los interrogantes sobre los que avanza Francalanza.

“Vacaciones, plural de vacación, es un término que hace referencia al descanso temporal de una actividad habitual, donde las obligaciones de estudio y/o trabajo se suspenden. Las vacaciones se vinculan generalmente al ocio creativo, al cambio de las rutinas y a la oportunidad de conectarse placenteramente con ciertas actividades que no pueden realizarse por falta de tiempo, permitiendo de ese modo reducir tensiones, estrés y otras patologías asociadas al exceso de obligaciones”, manifestó.

Y agregó: “A lo largo de mi profesión de más de 36 años siempre me he interesado por recolectar y dar una escucha honesta al relato de niñas, niños, jóvenes y adolescentes”. En ese sentido, destacó que son muchos los reportajes que ha reunido con el objeto de comprender qué es lo que se espera de este momento.

“Sabemos que en los relatos no siempre aparece fielmente lo que ocurrió, ya que a través de ellos aparece y se dice lo que nos gustaría que suceda, como también lo que no ha ocurrido o quizás nunca suceda”, reconoció pero aclaró: “Sin embargo, escuchar el relato de los chicos y adolescentes nos acerca. Fortalece vínculos que permiten establecer una comunicación dialógica, los habilita para expresarse y nos ofrece la posibilidad de acompañarlos en su crecimiento, fortaleciendo su autoestima, la construcción de confianza en sí mismo y en otros, como así también en sus procesos identitarios”.


Una gran posibilidad
Según la especialista, las vacaciones pueden ser promotoras de encuentros o desencuentros intersubjetivos: “Las esperadas vacaciones muestran amplias posibilidades para cumplir con expectativas de reuniones y encuentros familiares, con amigos, viajes, salidas, entretenimientos, descanso y su efecto paradojal también se hace presente, haciendo quiebre muchas veces con lo fantaseado, soñado y proyectado”, destacó.

Cuando se trata de vacaciones de los chicos hay que organizarse y organizarlos sin recurrir a cargar sus agendas hasta agotarlos. Es importante que en las vacaciones se depositen cuestiones ligadas a lo placentero. “Eso requiere, de parte de los adultos, paciencia, coraje, comprensión y gran corrimiento de la mirada ingenua para ser observadores y participantes activos de la realidad. Tenemos que dar ejemplos a través de nuestros comportamientos cotidianos”, insistió Francalanza.

Al respecto también destacó el valor del ocio como posibilitador de nuevas ideas y creaciones. En ese sentido, insistió en no tenerle miedo al “estoy aburrido” que permite potenciar la imaginación.

La voz de los estudiantes

Los testimonios recopilados por la especialista en educación dan cuenta de cómo las expectativas sobre este tiempo sin escuela varían de acuerdo a las edades y a las condiciones socioeconómicas de los niños y las niñas entrevistadas.

“Voy a ir de mi abuela a comer torta y milanesas”, contó un nene de cuatro años. Y otro de la misma edad agregó: “Voy a jugar con mis amiguitos”.

Se marca fuertemente que entre los planes o deseos está la voluntad de compartir con sus familiares, en especial aquellos que son referentes. “Voy a ir a pescar con mi papá”, dijo uno de cinco años. Y otra nena de esa edad añadió: “Me voy a ir de viaje con toda mi flia”. Una chica de siete años relató: “Voy a ir al shopping y al cine con mis abuelos. ¡Ah! Y también voy a estar con la tía Mely... También voy a dormir”.

“Voy a mirar la tele y jugar con la compu” (seis años); “Voy a ir a la plaza... al parque y a la Redonda con mi mamá... a lo mejor también la llevo a mi hermanita... pobrecita” (cinco años ); “Voy a jugar con mi bebé” (tres años); “Voy a pasear mucho mucho” (cuatro años); “Me voy a ir al teatro y a tomar muchos helados” (seis años); “Voy a ir de mi abuela que me deja cocinar” (cuatro años); “Me voy a re divertir con las amiguitas” (seis años); y “Vamos a juntarnos con mis primos y mis parientes a comer asado” (cinco años) son algunos de los testimonios reunidos.

Como uno podía suponer también existen cambios en las expectativas de acuerdo al nivel socioeconómico. Un chico de cuatro años también contó: “Voy a ir con mi hermano a pedir monedas, ropa y pan”. Y otro más grande, de 13 años, marcó: “Voy a tener más tiempo para trapear. Aunque algunos no quieren que le limpie los vidrios”.

Otro nene de cinco agregó: “Vamos a quedarnos a jugar adentro porque afuera hay tiros y gente que pelea”. Uno de siete dijo: “Me voy a quedar con mis hermanitos cuando mi mamá se va a pedir... También voy a mirar tele”; y otro de ocho marcó: “Voy a irme con mi viejo a cirujear”.

Por otro lado, también se pueden agrupar las respuestas de los adolescentes que son mucho más vagas y marcan fuertemente la necesidad de estar conectados entre pares.

“Quiero estar con mis amigos. Estar con los vagos me gusta”, dijo un chico de 14 años. Y otro de 15 agregó: “Voy a irme a tomar cervezas con mis amigos”.

“No sé... Voy a ir por ahí con mis amigos a pasarla bien” (14 años); “No sé... Me gustaría mucho dormir” (12 años); “Voy a buscar trabajo y quiero ayudar a mis viejos” (16 años); “Voy a chatear con las chicas” (15 años); “Voy a salir pero también voy a estudiar” (15 años); “Voy a ir a  la cancha con mi viejo” (13 años); y “Si hay bronca, me voy de mis abuelos” (13 años) son algunos de los testimonios que definen de manera muy clara lo que los adolescentes esperan de este período.

Entre las conclusiones a las que arribó Francalanza se destaca que “Desde un análisis de la realidad vemos que nada es lineal. No hay respuesta unívoca para comprender ciertos hechos. Lo que sí es necesario asumir como adultos es que siempre la asimetría protectora, la restitución de autoridad en los referentes válidos de los chicos, permite que podamos pensar en qué es posible y necesario dejarles, con ejemplos cotidianos, un buen legado, dando respuesta social”.

Al respecto manifestó que en este tiempo de vacaciones de julio, “sin culpabilizaciones pero sí compartiendo responsabilidad, podemos hacer posible el sueño de Anna Freud cuando expresaba «Jugar es el trabajo de los niños»”.

Por último remarcó que es importante escucharlos, habilitarlos a decir y disentir con respeto mutuo, ya que eso les posibilita pensar y enfrentar proyectos de vida.

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