viernes, 27 de julio de 2012

El legado escrito de Evita, según González y Feinmann


Juan Rapacioli
A 60 años del fallecimiento de Eva Perón, la Biblioteca Nacional (BN) realizó un homenaje donde el filósofo José Pablo Feinmann y el director de esa casa, Horacio González, dialogaron sobre el legado escrito -"La razón de mi vida" y "Mi mensaje"- que dejó Evita.
"No se puede decir fácilmente si Evita fue una actriz que pasó a la política con sus dotes dramatúrgicos o si fue alguien que se preparó para la política y pasó ocasionalmente por la vida artística", expresó el director de la BN en la sala Jorge Luis Borges repleta de gente.
Y señaló que "Evita nunca dejó de ser una entidad político-dramatúrgica en la Argentina, sino no sería un personaje en donde todos ven un espejo muy profundo de los dramas colectivos y de los estilos personales de atravesar esos dramas".
El peronismo, explicó González, "si perdura en la memoria social y popular de la forma tan compleja en que perdura, es porque trata todos los puntos de la constitución de las grandes civilizaciones: sus momentos trágicos y más rudos. Definiría al peronismo como un conjunto de diversas relaciones con todas la vetas ideológicas de la historia argentina".
Además, González dijo que Leónidas Lamborghini intentó, "como sólo podría intentar un gran poeta, descubrir que detrás de `La razón de mi vida`, que, aunque no lo escribió Eva Perón, estaba la voz de Evita".
"El libro lo escribió un periodista profesional que la había escuchado y que tomó su voz para configurar un libro que tiene un antiguo modelo retórico: es de los que encuentran su verdad después de pasar por un momento confuso en sus días", sostuvo.
Y afirmó: "no hace falta ser autor material de un texto para ser el sujeto autoral de ese texto. Se puede decir que Evita es la autora de `La razón de mi vida` y al mismo tiempo no lo escribió".
Por su parte, el filósofo José Pablo Feinmann, dijo que "es un gran honor que el Senado de la Nación me haya pedido un prólogo para el texto `Mi mensaje` de Eva Perón. Es un texto formidable, dramático, trágico: es el texto que dicta una moribunda un mes antes de morir, son sus últimas palabras".
"Que nadie venga a decir que `Mi mensaje` no es auténtico -exclamó el filósofo-, porque sino que diga quién pudo haberlo escrito. A mí no se me ocurre nadie más que Evita, y Evita agonizando, ya sin importarle nada, ninguna de las consecuencias coyunturales que ofrece la política para no decir todo lo que hay que decir en el momento en que uno quiere decirlo".
Porque, "esa es la definición del intelectual orgánico, que es realmente un héroe. No es un héroe el que se llama a sí mismo intelectual independiente. Ese la tiene más fácil. Cuando se le canta dice lo que se le canta".
En cambio, explicó, "el orgánico, teniendo la inteligencia para ver la realidad si no en su totalidad, al menos en varias de sus parcialidades, a veces quiere decir algo y no lo puede decir por la coyuntura política que atraviesa el movimiento al que pertenece".
Según Feinmann, el peronismo y Evita no se entienden sin `Mi mensaje`: "ese texto es la contracara de `La razón de mi vida`. Si la Revolución de Mayo, en gran medida, pierde en su tragedia sin el plan de operaciones de Moreno, también la figura de Evita pierde gran parte de su densidad si no consideramos `Mi mensaje` como un texto cierto, dictado ante la cara de la muerte".
"Ella lo dicta en junio y muere en julio. Es la coyuntura: me voy a morir y ahora digo todo. `La razón de mi vida` fue escrito para la luz pública, como biografía oficial de Evita y libro de texto para los colegios. La Evita de `La razón de mi vida` es santa, sin contradicciones, toda ella buena, sin amores excesivos, salvo por Perón y los pobres", apuntó.
En cambio, en "Mi mensaje", "está la voz verdadera de una mujer que se muere, y se muere entre dolores terribles, muy lejos de no saber que sus días estaban contados. Porque lo terrible de la condición humana es que el hombre muere y sabe que muere, sabe que es finito, y todas las ceremonias que hacemos, aun las de la destrucción, son para conjurar la muerte".
"Evita sabía que era su texto final, lo escribe con el último aliento y de cara a la muerte. Es un panfleto agresivo y combativo, que la generación del 70 no conoció, pero si lo hubiera hecho, lo hubiese transformado en una antorcha", concluyó el filósofo.

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