jueves, 18 de julio de 2013

El Tiempo de las noticias como armas

Ø  Por Yasser O. Hase

Siempre que nos arrimamos a ésta época eleccionaria, quedamos sumergidos en ese mar de tristeza que nos enseñan a diario los distintos noticiosos, ya sean gráficos, televisivos, radiales, etc.

Difícil es poder apreciar conquistas sociales, desarrollo productivo, mejoras salariales, turismo nacional e internacional, avances tecnológicos, científicos y de cualquier naturaleza. Todo eso queda archivado en los recortes pequeños, en las terceras o cuartas pasadas, o, en los bloques menos relevantes ante la suba de precios de algunos productos (que pocos dicen quienes regulan los números y los mercados), las distintas aristas de un caso de asesinato (que ocurrió hace 30 días) donde se venden las hipótesis de los comunicadores como verdades (que se refutan día a día, ya que solo son el pensamiento de ellos, que no han sido capacitados para llevar adelante una investigación de esas características, sino que, para trasmitir un mensaje o información), el cambio de pensamiento sobre las inversiones hacia el País (no hace mucho, la falta de capitales extranjeros, era la peor crisis nacional; ahora la llegada de socios que aporten dinero para alternar las expediciones apuntadas son infructuosas – aun cuando los riesgos sean mayores para los ajenos -), la aparición de quien fuera la mejor figura futbolística del mundo repercute por sus relaciones personales y disgustos con la prensa (no se lo busca para conocer su pensamiento, sus logros, sugerencias y recomendaciones sobre lo que lo caracterizó o, sobre sus actuales proyectos laborales – malos o buenos – sino que, se lo utiliza para enseñar los aspectos propios, íntimos y propios de millones de seres humanos, exponiendo ante la sociedad, las peores conductas de la vida de un hombre) y así, podemos seguir relatando hasta completar éste escrito.


Ante esta conducta recurrente, de las vías comunes usadas por la gran mayoría de la gente, para notificar lo que naturalmente manipula el pensamiento y la reflexión de la sociedad, es que debemos considerar, ¿Hasta qué punto deseamos conocer lo que los grandes medios tienen para comunicar? ¿No sería más saludable poder oír a los vecinos de un barrio, anunciando las nuevas actividades que se podrán realizar en esa zona, o, la obtención del alumbrado público, o, la mejora en la plaza pública? Acaso, ¿no es más interesante, y potable, enterarse sobre una nueva PYME que nace en la región, que brindará puestos de trabajo a algunas personas y desarrollo económico local? O, tal vez, ¿no resulta más atractivo poder conocer las propuestas culturales que nacen en el esfuerzo de jóvenes con iniciativa? Es de todos estos interrogantes que, cuando se realiza una lectura precisa sobre las noticias que, se evidencia la tendenciosa orientación que asumen la gran mayoría de cadenas informativas: cambian lo esencial de la vida y la producción de contenidos naturales que hacen a la vida cotidiana y real de las personas, por lo sensacionalista, lo privado de gente que es referencia para las mayorías, lo turbio de bárbaros sucesos y acontecimientos, lo triste de la vida. En pocas palabras, se ahorca lo fundamental de la sociedad, por lo que cotiza en bolsa y vale dinero.

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