domingo, 9 de junio de 2013

09 de Junio de 1956 - Fusilamiento de ideas: Un día gris en nuestra historia.-


Proclama:

Al pueblo de la Nación

Las horas dolorosas que vive la República, y el clamor angustioso de su Pueblo, sometido a la más cruda y despiadada tiranía, nos han decidido a tomar las armas para restablecer en nuestra Patria el imperio de la libertad y la justicia al amparo de la Constitución y las leyes.

Como responsable de este Movimiento de Recuperación Nacional integrado por las Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría del Pueblo –del que provienen y al que sirven-, declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el de restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democráticas, y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la violencia en el poder.

Conscientes de nuestra responsabilidad ante la historia, comprendemos que nuestra decisión es el único camino que nos queda para impedir el aniquilamiento de la República en una lucha estéril y sangrienta entre hermanos, cada día más inevitable e inminente…

¡Viva la patria!

Movimiento de Recuperación Nacional
General de División Juan José Valle
General de División Raúl Tanco

Buenos Aires, 9 de junio de 1956.


Los sucesos del día.-

El 9 de junio de 1956 se produjo un levantamiento cívico-militar contra la dictadura militar de Aramburu y Rojas, liderado por el general Juan José Valle. El levantamiento fue rápidamente abortado debido a que el movimiento había sido infiltrado y el gobierno militar estaba esperando a los insurrectos. La dictadura decidió efectuar un castigo ejemplificador y completamente inusual en la historia argentina del siglo XX, disponiendo el fusilamiento de los sublevados. Entre el 9 y el 12 de junio de 1956 veintisiete civiles y militares fueron ejecutados, algunos en fusilamientos clandestinos en una zona de basurales de José León Suárez, provincia de Buenos Aires

Desarrollo del movimiento.-

En la noche del 9 de junio de 1956 comenzó la insurrección en varias partes del país, pero fue rápidamente desbaratada. En los enfrentamientos los sublevados mataron a tres personas -Blas Closs, Rafael Fernández y Bernardino Rodríguez- y tuvieron a su vez dos muertos -Carlos Yrigoyen y Rolando Zanera-, sin contar a los que fueron luego fusilados.

Los dictadores Aramburu e Isaac Rojas (Autoproclamados Presidente y Vice del gobierno), sabían de la conjura pero habían decidido no abortarla. Así en la noche del 8 de junio de 1956 son apresados cientos de dirigentes gremiales para restar base social al movimiento. Aramburu viajó ese día a la provincia de Santa Fe, y dejó el Decreto 10.362 de Ley Marcial, y preparados los Decretos 10.363/56, de pena de muerte, y el 10.364 de las personas a fusilar. Los decretos eran correlativos y se publicaron así en el Boletín Oficial con posterioridad.

Los sublevados habían previsto leer la "proclama revolucionaria", a las 23 del 9 de junio. La instrucción a los insurrectos para lanzarse a la acción debía ser propalada interfiriendo la transmisión radial de una pelea de box por el título sudamericano de los medianos entre el argentino Eduardo Lausse y el chileno Humberto Loayza, a celebrarse en el Luna Park de Buenos Aires. Respecto del propósito de los rebeldes dice Page:

"El manifiesto que delineaba los objetivos del movimiento era un tanto vago; llamaba a elecciones a la brevedad posible y exigía la preservación del patrimonio nacional pero no decía nada respecto a Perón. Aunque un grupo de peronistas, individualmente, se unieron a la conspiración y las bases del partido la consideraban como un intento de entronizar nuevamente al conductor, la resistencia peronista se mantuvo a la distancia".

El equipo de Valle estuvo comandado por el coronel José Irigoyen, el capitán Costales y varios civiles. Eran las 22. La radio se instaló en la Escuela Técnica N° 3 "Salvador Debenedetti" en Avellaneda. Pero a las 22:30, un comando del gobierno los arrestó a todos. La proclama sólo se escuchó en la provincia de La Pampa, donde actuaba el coronel Adolfo Philippeaux.

Otros lugares de la alzada eran: Campo de Mayo, sublevado por los coroneles Ricardo Ibazeta y Alcibíades Eduardo Cortínes; el Regimiento II de Palermo, por el sargento Isauro Costa; la Escuela de Mecánica del Ejército, por el mayor Hugo Quiroga; el Regimiento 7 de la Plata, por Cogorno; el grupo de civiles, entre otros, operando en Florida, en la calle Hipólito Yrigoyen 4519, donde se reunieron los Lizaso, Carranza, Garibotti, Brión y Rodríguez y Troxler, entre otros. Además, hubo civiles armados y militares que intentaron sublevarse en Santa Fe, Rosario (tomaron por varias horas el Regimiento), Rafaela y Viedma. Excepto en La Pampa, la mayoría de los jefes de la sublevación fueron apresados. Ante el fracaso del levantamiento, el general Tanco se dirige a Berisso y debe huir y esconderse. Mientras el general Valle se oculta en Buenos Aires, en la casa del político mendocino amigo, Adolfo Gabrielli, ante la certeza de que el movimiento había sido delatado y fracasado.

Los levantamientos fueron entre las 22 y las 24 del 9 de junio. El gobierno establece a las 0:32 del 10 de junio la Ley Marcial por el decreto de Aramburu, Rojas, los ministros de Ejército, Arturo Ossorio Arana, de Marina; Teodoro Hartung; de Aeronáutica, Julio César Krause y de Justicia, Laureano Landaburu. Es decir, que para aplicar la Ley Marcial a los sublevados ésta debía ser aplicada con retroactividad al delito cometido, violando el principio legal de la irretroactividad de la ley penal. Pocas horas después, firman el decreto 10.363 que ordena fusilar a quienes violen la Ley Marcial. Entre las 2 y las 4, se ejecuta a los detenidos en Lanús. Horas más tarde, en los basurales de José León Suárez, la policía bonaerense, a cargo del Teniente Coronel Desiderio Fernández Suárez le ordena al jefe de la Regional San Martín, Comisario Rodolfo Rodríguez Moreno, que ejecute, con armas cortas, a 12 civiles, lo que realiza en los basurales de José León Suárez, en el partido de San Martín, Provincia de Buenos Aires, Argentina. De ellos, cinco mueren y siete logran huir y uno de estos, Juan Carlos Livraga, será el "fusilado que vive" que permite a Walsh reconstruir la historia en la majestuosa obra literaria de su autoría, “Operación Masacre” en 1957.

 “La fuerza es el derecho de las bestias”. Es la mejor expresión para calificar a quienes masacraron a civiles indefensos y fusilaron a patriotas.

“El peronismo se ha llenado de mártires y entre ellos no hay un solo hombre que, como nuestros enemigos, pueda ser tildado de asesino con fundamento, como podemos llamarlos a ellos con razón. La sangre generosa de estos compañeros caídos por la infamia “libertadora” será siempre el pedestal de Abel, que los seguirá hasta su tumba, llenándolos de remordimiento y de vergüenza”


Juan Domingo Perón

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